Bienvenidos queridos Niños(a):
Había una vez un árbol feliz. Entre sus ramas, muchos pichones traviesos jugaban y piaban todo el día.El árbol conocía bien a cada uno de ellos y los quería, los quería tanto. Cuando hacía frío los pichones se acurrucaban entre sus hojas y, si el sol estaba tibiecito, el árbol moviendo sus ramas, les hacía dar saltitos invitándolos a jugar.Pero un día, entre saltito y saltito, los pichones subieron hasta la rama más alta del árbol y vieron un cielo azul hermoso y un bosque lleno de otros árboles que no conocían.Se dieron cuenta, entonces, de que sus alitas había ya crecido lo suficiente como para intentar volar. Un aleteo… y otro … y otro más… y por fin el cielo no pareció tan lejano.Uno a uno, los pichones se fueron volando.El árbol los miró partir con orgullo, porque entre sus ramas los había cuidado mucho tiempo. Él sabía bien que en alguna tarde de lluvia los volvería a ver acurrucándose entre sus hojas. Ellos lo reconocerían entre todos los árboles del bosque y él recordaría siempre a cada uno de sus pichones.Hola queridos amigos, ¿Les ha gustado esta historieta?Pertenece a la argentina Mónica Tirabasso y desde el momento que la leí pensé en todos ustedes y por eso he querido compartirla como siempre debemos hacer los amigos.A mí, esta imagen me recuerda la terminación del curso pasado, donde después de varios meses salieron volando para pasar unas lindas vacaciones. El árbol es la escuela y ustedes esos alegres y juguetones pichoncitos que revolotearon de rama en rama, es decir por las aulas, los pasillos y los patios. Así que dejaron la escuela un poco triste. Pero con el regreso del nuevo curso, vuelven más grandecitos y felices para continuar aprendiendo a volar, es decir creciendo en sabiduría, en edad y en gracia a ejemplo del niño Jesús en el hogar de Nazaret. Por eso el árbol, quiero decir, la escuela, se alegra de nuevo con su presencia llena de vida y de ilusión.
Atentamente,
Deina Osorio
Directora de curso
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